domingo, 30 de diciembre de 2012

UN BRAVO

De arte nada, matanza cruel e inutil

Tarde de fiesta, sol abrasador.
Piso la arena, no sé donde estoy.
Sonidos de trompetas y tambores,
voces de gentes por todas partes,
me llegan, me envuelven y me ensordecen.

Frente a mí un hombre me observa.
Sus ojos son desafiantes,
su voz potente, provocadora,
su ropa brillante, me deslumbra.

 Empieza un baile que desconozco,
se pavonea ante mí, me irrita,
agitando su capote, me incita,
apelando a mi instinto primario.

Siento en mi pecho, la necesidad
de mostrar mi casta y bravura,
de embestir todo lo que se mueve,
sin saber bien el porqué.

De repente en la plaza, dejan de sonar
las trompetas y tambores,
se acallan las voces de las gentes,
dejando paso a un silencio aterrador.

El hombre, levanta su brazo de hierro
y lo clava en mi espina dorsal.
Un dolor abrasador me atraviesa,
me retuerce y me enfurece.

Suenan de nuevo las trompetas y tambores.
Las gentes de pie aclaman y aplauden.
El ruido que provocan me enloquece,
que tiemble la tierra debajo de mis pezuñas.

Lejos de rendirme a su crueldad,
le enseño mis astas bien cuidas y afiladas.
En  un intento de disuadir,
 embisto de nuevo, removiendo el aire.

Su respuesta no se hace esperar.
Me obsequia de una estocada,
y otra, tras otras,
clavándose en mi piel ya desgarrada.

El aire cargado de polvo me pesa.
El dulce aroma de mi sangre
me llega, embriagándome.
En mi, la agonía se hace presente.

Sonidos de trompetas y tambores.
Voces de gentes por todas partes,
reanudan de nuevo al mismo son,
animando al torero en su hazaña.

Todo es borroso, confuso a mí alrededor.
¿Donde está mi prado verde?
Mis ojos se pierden en los suyos,
Pidiéndole, que remate la faena.

Era una tarde de fiesta, El sol abrasaba
 Pisaba la arena, sin saber donde estaba.
Sonidos de trompetas y tambores,
voces de gentes por todas partes

Carmen.M.G

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